“Mockus”

Creí distinguir en la ostentosa  transmisión de la boda real a nuestro verde dirigente. Antanas disfrutaba la ceremonia junto a la mismísima reina, que a diferencia de él, sí temblaba de la emoción. Al parecer con la presencia del tembloroso Mockus, la realeza quería inculcar en los herederos de la corona, el principio que el nombrado profesor profesa: “la vida es sagrada”.

Gracias a informaciones de dudosa procedencia, pudimos conocer, que la razón fundamental de la cercanía con la reina, radicaba en los placeres de la carne. El príncipe (no se especifica cuál de los dos) habría visto a nuestro arlequín criollo mientras su madre, la reina, miraba el cotejo por la casa de Nariño en el año anterior. Decían que la reina soñaba con Antanas, repetía su nombre mientras dormía, e incluso llegó a aceptar que fantaseaba verlo convertido en Rey, lógicamente con una corona de girasoles. No por nada es sabido el gran y a la vez minúsculo triunfo del por entonces candidato en el país de la corona inglesa.

A pesar de que podría haber llegado a escribirse una obra Shakesperiana titulada “Mockus”, donde relatarían el apasionado amor de nuestro gigoló criollo con la longeva reina, la cantidad de arrugas no harían de la obra más que una tragicomedia.

El momento decisivo había llegado, el clímax del matrimonio derivaría en aplausos tras el ósculo de los novios, y mientras toda Inglaterra hacía fuerza por el más apasionado de los besos, yo por mi parte me repetía: “no lo hagas Antanas”, y encaminaba el apriete de nalga para que no bajara su pantalón verde desteñido, aunque quisiera profundamente enseñarle a los asistente, y al resto del mundo, su más íntimo punto de vista.

De repente lo perdí de referencia, miré hacia el confesionario creyéndolo sorprender en brazos de la reina, confundí su figura con la de Elton John, con la de Snoopy y Mr. Bean (caricaturas que también fueron invitadas), pero nada, había desaparecido de la boda de una manera tan sorprendente como alguna vez desapareció de la política nacional. Desde entonces nadie sabe de su paradero.

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