DeMente 2

Editorial

Muchas gracias a los millones de colombianos que atendieron el llamado que el demente hizo de no votar, en esta editorial no queríamos hablar de política pero con todo lo que ha pasado en estos 20 días es casi imposible.


En una semana donde dos exsecuestrados resucitaron entre los muertos - hubieran querido que solo fueran tres días, si es que del viernes al domingo hay tres días - Aun no sabemos cuantas estaciones de viacrucis hizo el profesor Moncayo para que su hijo por fin fuera liberado, lo que si podemos pronosticar es que mínimo Moncayo Junior escribirá un libro como todos los de su especie, 12 años encerrado dan mucho para escribir, y mucho mas el regreso a este mundo donde en los últimos 10 años se ha avanzado tecnológicamente mas que en el siglo pasado. Un mundo sin torres gemelas, sin sir Lanka en el mapa, con un Papa menos carismático, sin Maicol Jackson,  10 grados mas caliente que el promedio de la historia y un país que durante su secuestro solo ha tenido dos presidentes. Su cara de asombro ante los miles de flases de las cámaras digitales que él en su vida nunca había visto y las flores rojas de Piedad que lo único que podríamos recordar era la letra de esa famosa canción de Pablus Gallinazo, “Dejan siempre rosas rojas/rosas flor de la guerrilla”, serian un buen material para un bet seler criollo.


Este país que olvida rápido necesitaba un pan para dejar de recordar el circo de las elecciones. Con las liberaciones ya nadie se acuerda del señor registrador y mucho menos de sus palabras: “Ni yo entendía el tarjetón”. Solo queda esperar que en esta república bananera exconsagrada al sagrado corazón de Jesús no se cumpla  la decima estación del viacrucis: “Jesús promete su reino al buen ladrón”.


Ahora sí que comience el sermón de las siete palabras (que ojala fueran siete) y que el “pacto de convivencia” en Medellín no se rompa, igual los juegos ya se acabaron.

Bitacora

De todos los departamentos que he conocido, puedo decir que el único al que no le había visto el amanecer era Cundinamarca, el viaje ni vale la pena mencionarlo, se podría decir que me he vuelto alérgico a Bogotá distrito capital, ni el nombre me gusta “Santa Fe”, creo que nadie lo usa, porque si existe la Fe, la de Bogotá no es Santa; las intenciones sí: “Decirle al amanecer que no cuente conmigo”. Todos sabemos que a dos mil seiscientos metros más cerca de las estrellas se siguen viendo y sintiendo del mismo tamaño.

Chaplin hubiera pagado por ver la escena, la misma ciudad triste y vacía; triste de personas vacía de colores. No supe a ciencia cierta si fue que las luces se apagaron o si fue el sol que las fundió. Que triste con las estrellas: una luz apaga millones de estrellas, y que solo una pueda apagar millones de luces. ¿En qué día dios creo la luz eléctrica?, debió haberlo pensado mejor. Los que si no lo dudaron ni un minuto fueron miles de personas que corrían de un lado a otro por alcanzar un puesto cómodo dentro del bus articulado, la niebla se dispersaba, las tristezas se dibujaban, la escena terminaba, yo por mi parte aplaudía a Charles Chaplin.
Bogotá: distrito y capital, metrópoli del rebusque y del retaque, ciudad donde los cantantes no duermen y el dinero no para de tocar; donde familias enteras reciben dinero de un “fueraverde” como reconocimiento a su tenacidad melódica.

Es cierto que vengo de paso, que ante cualquier cuestionamiento diría “es el festival de teatro”, que “en Bogotá hay mucho por hacer” y que “de pronto escucho desde afuera a gans an rouses”. Pero describamos todas y cada una de las cosas: Los espectadores entran a tan esperado concierto, podría detallar sus caras aunque no sería justo con la inmensa y feliz minoría, el espectáculo comienza, la ciudad se mueve y contamina a su paso, el frio envuelve suavemente múltiples escenarios al aire libre, los huesos se entumen, es cálida la respuesta del público, la calefacción se prende a costa de exuberantes precios que pagan hombres con sombrero y mujeres de gala.

Las obras se presentaban a pesar de mi ausencia, dos días después sigo sin ver teatro, se necesita de unas buenas  gafas para leer la programación – es justo que todos salgan, no es justo que no se vean-. Sin importar el clima tan cambiante y las condiciones sentimentales de los artistas, miles de personas, propios y turistas, disfrutaban de espectáculos de gran calidad, de un asombroso despliegue logístico, la imagen de Fanny cubría vallas publicitarias, carteles en postes o paredes, suvenires, pero sobre todo, Fanny estaba latente en cada presentación-actor-comediante-cuentero, y lo más grato: será la única persona que ha podido cambiarle el amanecer a una ciudad con tantos ladrillos uno sobre otro, la única persona que limpiara el alma de Bogotá, que la vestirá con sonrisas de colores.

Juanchito


Entre Sismos y Mujeres

El hombre lleva unos 250.00 años tratando de entender a la mujer, la mismísima edad del homosapiens, sin embargo, yo creo estar en la capacidad de contribuir bastante a esta tarea pues vivo acompañado de cinco mujeres, todas neuróticas.

El viernes de la semana pasada llegue al apartamento a las seis de la tarde, al abrir la puerta vi a cuatro de las mujeres que viven conmigo paradas debajo del marco de las cuatro puertas que hay aquí, la otra corría desesperada con un vaso de agua en una mano y en la otra las llaves de la puerta principal. Me detuve para mirarlas antes de preguntar ¿que estaba sucediendo?, “En el periódico anunciaron que en estos días en la ciudad podría presentarse un terremoto, que había que estar prevenidos, tener las llaves y un vaso de agua cerca”.

Para mi fortuna yo ese fin de semana me iba a acampar fuera de la ciudad, así que de resultar cierta esa noticia pues estaría completamente a salvo, sin embargo todo el fin de semana estuve haciéndome unas cuantas preguntas a cerca del tema de los temblores.

-¿Es posible la predicción de un terremoto?

 -¿De ser posible entonces por que no se han hecho los desalojos respectivos en terremotos anteriores?

-¿Para que sirve el vaso de agua?

Algunas de las preguntas fueron resueltas durante el tiempo que estuve fuera de la ciudad. En este tiempo con la tecnología que tenemos la predicción de un terremoto es prácticamente imposible, para nuestra fortuna contamos con una gran cantidad de videntes expertos en el tema de la probabilidad de acontecimientos recién ocurridos. Después de el ultimo sismo  ocurrido en Chile, unos 500 videntes han aparecido para adjudicarse la predicción de este y de paso hacer otras tantas predicciones a cerca de los temas de moda como la política y el fin del mundo. Parece ilógico que estos personajes con sus habladurías puedan causar zozobra sobre tanta cantidad de gente, tal vez esto se deba a algunos canales de televisión que con la poca capacidad de raciocinio de sus periodistas se atreven a presentar este tipo de personajes, debe resultar indignante para los sismólogos y geólogos el hecho que los medios le brinden más credibilidad a los que podríamos denominar payasos profetas.

Al regresar del campamento gracias a la ayuda de un amigo geólogo que estaba conmigo yo ya había concluido que la predicción de un terremoto era completamente imposible, lo que aún no alcanzaba a comprender era la función del vaso de agua en caso de un movimiento telúrico, en el caso que el vaso fuera a ser usado para ver el nivel del agua y así darse cuenta que el temblor estaba ocurriendo yo creo que bastaba con sentir el vaivén de todas las cosas alrededor así que en este caso el vaso de agua sería completamente inútil, al final llegue a pensar que el vaso de agua era por si uno comenzaba a sentir sed en la carrera para ponerse a salvo.

Anoche mientras que leía las noticias mas importantes de la ciencia en la ultima semana vi un informe de la NASA en el que aseguraban que con el sismo de Chile se había inclinado el eje de la tierra lo que haría los días mas cortos y lo que yo me temo tal vez también los cojos comiencen a caminar derecho.

El comportamiento femenino en cambio siempre ha estado con el centro de masa completamente desplazado así que podemos esperar que con este acontecimiento se enderece igual que el caminar de los cojos.

Libereso

El Circo


2.



Todavía puedo recordar lo que he hecho de mi vida; lo puedo ver claramente en los rostros de las personas: esos rostros tan invisibles como inservibles, trágicos. Que me miran como un expatriado, como un inmigrante, un extranjero sin rumbo, que ni me miran; pero cómo no parecer extraño, cómo no ser diferente en un mundo, o mejor dicho, en una sociedad calcada, fotocopiada, llena de caracteres uniformes, de regalos ordenados, con conductas edificadas (ya estoy precisamente donde no hay cemento). Porqué no parecer alienígena si cuanto más conozco la gente, menos comprendo mi vida.


Aprendí que caminar me tranquilizaba, incluso llegaba a balbucear alguna canción en otro idioma cuando lo hacía. Ya no veía rostros, solo radiografías cancerosas, huesos rotos de una fragilidad colectiva, y llegaba a ser tan invisibles como ellos, con la diferencia de poder verme, de poder evitar ser arrastrado por la corriente submarina del sistema, que no la podemos ver y en algunos casos ni la sentimos, pero siempre estará allí, siendo la más fuerte y acaudalada, que a su paso ha dejado tanta sangre como olvido, ilusiones y desgracias.


Y de repente despierto (siempre suelo hacerlo en el momento indicado: ya sea por una nota de cualquier guitarra, un reciclado buscando una lata, un policía efectuando una requisa, en fin), Osvaldo me sujetaba por el brazo, he mirado a los ojos su sonrisa y creo que tendré que resumir el punto final de mi caminada en cuatro palabras: He Llegado Al Cementerio.


Juanchito

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