Bogotá 2600 m.s.n.m:

Con mas o menos diez millones (+2) habitantes, Bogotá figura como distrito capital de Colombia. Distrito de mierda. Robos en la Séptima, desmayados pasajeros de un incompetente sistema de transporte, embotellamientos al punto de corcho: “El Carrusel de la Contratación”.

Diez millones de “calaveras” a eso súmele el pico y placa, multiplíquele el rebusque, divida entre la pobreza y obtendrá dos mil seiscientos huecos más cerca de las estrellas. No me interesa demostrar el cálculo, ni ahondar en detalles pitagóricos para conseguir peligrosos niveles de entropía: caos social que se mide en áreas de ladrillos cuadrados. Bueno, quizás se pueda cuantificar también en toneladas de basura, pero de esos indicadores que se encarguen los hijos implicados.

A modo de comparación con sus iterativos cálculos entrópicos, expondré mi modelo (el de los ladrillos) dada mi vaga experiencia: Habrá que contar los chulos, malditos carroñeros que nos imitan. ¿Límite de basura cuando la contaminación tiende a infinito? Otra vez Euler y su capacidad exponencial. ¿La raíz? Los números Naturales, pesimistamente Reales, e Imaginarios derivados del petróleo, contenidos en un conjunto cerrado, unidad residencia, logaritmo en base militar y así taylorístamente sucesivo.

Las cuentas cuadran. ¿Y si no?, pues que las maquillen, les hagan la manicura, la pedicura y para resaltar un Blauer. No creo que eso vaya a ser un problema, en últimas “Todo entra por los ojos” (como diría un titular del QHubo).

Esa es Bogotá, la misma donde vive tanta gente de bien, de mal, mas o menos, tipo 3, donde viven de vender colchones de segunda, perros a mil, planear y ejecutar robos, carruseles, obras. Donde llueve todos los días, o casi todos, y la ciudad es fría, y los carros mojan al transeúnte con su coriolística gota, y el transeúnte corre, casi siempre corre.

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